La mayoría de las personas basamos nuestras relaciones interpersonales, en función de cómo hayan sido nuestros vínculos tempranos; es decir, de pequeños aprendemos cómo funcionan las relaciones y lo aprendemos en la interacción con los cuidadores primarios, la mayoría de las veces nuestros padres o abuelos.

Si hemos sido criados en ambientes que nos han transmitido seguridad y protección y con figuras de referencia estables, es posible que eso nos ayude a regular nuestro sistema psicológico. Este es el primer paso necesario en el aprendizaje infantil para desarrollar habilidades de regulación.

Dichas relaciones predisponen al niño hacia un funcionamiento más diferenciado, coherente y flexible. Por lo tanto, los padres tenemos un papel fundamental en el desarrollo psíquico de nuestros hijos y en cierta medida somos responsables de que crezcan aprendiendo a generar vínculos sanos con otras personas.

Hay personas que esperan de las relaciones rechazo, traición o abandono y podría desencadenarse una especie de fobia al apego, es decir, un miedo intenso a sentirse cercano física o emocionalmente a otra persona.

A continuación enumeramos una seria de principios de relaciones personales sanas.

¿Qué es una relación personal sana?

  • Se basa en el respetarse mutuamente, en intentar comprender las necesidades del otro y en la relación de igualdad.
  • Tú y el otro sois capaces de establecer límites y de ser asertivos sin intención de imponer un punto de vista sobre otro.
  • Está basada en un equilibrio donde hay espacio para uno mismo, para la relación y para los demás.
  • Ambos os sentís seguros en la relación, pero no depende de que la persona esté disponible para ti todo el tiempo.
  • Ambos tenéis una relativa seguridad y opinión estable de vosotros mismos.
  • Ambos sois capaces de reconocer que el otro puede tener necesidades, deseos, aspiraciones y metas diferentes a las tuyas.
  • Ambos podéis hablar sobre vuestros sentimientos y experiencias sin miedo al rechazo ni a la humillación.
  • Las relaciones se basan en negociaciones sobre lo que es mejor para ambos, no en el poder y el control, el dominio o la sumisión, o el ganar y perder.

Ahora puedes observar lo que ya has incorporado a tu modelo relacional, así como aquello sobre lo que podrías seguir trabajando.

Úrsula Villazón

Psicóloga General Sanitaria